No hay duda de que la sabiduría del Creador es inmensa. A todos, en promedio nos ha hecho guales. Unos con mayores dotes para los números, la ingeniería y las finanzas, otros con facilidad para tocar un instrumento, practicar algún deporte o pintar sobre obras de arte. Es imposible dominar simultáneamente a nivel de excelencia muchas disciplinas y habilidades. Por lo general, a través del tiempo descubrimos ser buenos en algo e ignorantes en muchas cosas.
Curiosamente, en lo que casi todos coincidimos es en que nos consideramos conocedores de publicidad, expresando nuestros puntos de vista y juicios acerca de los "buenos" y "malos" anuncios. Se dice que todos tenemos un poco de genio y loco. (El publicista, en promedio, es igual que los demás pero con dosis un poco desbalanceadas de dichos aspectos.) Esta es una de las pocas disciplinas en las que todos nos sentimos expertos y podemos opinar si algo es bueno o no, si funcionará o no.
La publicidad puede lograr grandes objetivos al influir con un mensaje bien planificado, ejecutado y difundido en el lugar, momento y número de veces debido.
La publicidad no hace milagros ni cura casos de cáncer tales como de productos de mala o pésima calidad, distribución o política de ventas. Por sí sola, la publicidad no puede salvar, a una empresa con problemas de ventas. Difícilmente llegará a triunfar un nuevo producto o servicio que no ofrezca beneficios o ventajas diferenciales verdaderas y entendibles por sus clientes meta.
“Si un individuo que no sabe nadar se mete a un lago y se empieza a desesperar al hundirse por más fuerte que grite, ya sea con un tono de desesperación, lastima o con toda la fuerza de sus pulmones, no se salvará si no hay alguien que le escuche y sea persuadido a ayudarle”
La publicidad, como cualquier forma de comunicación, requiere de pensamiento y análisis. Para convencer deben existir muchos factores adicionales a la misma comunicación. Para influir debe ser fresca, diferente, divertida, emocional, aspiracional, humilde... algo o todo según el resultado que se espeta lograr.
La publicidad ha cobrado fuerza, a través de los años, a medida que la tecnología se ha desarrollado y permitimdo multiplicar los mensajes y llevarlos de una manera masiva a un público numeroso, hambriento de información, con cada vez menos tiempo disponible, más presiones de la vida moderna, menos dinero en su bolsillo, menos fidelidad a sus marcas tradicionales y por lo mismo, más inseguridad ante las diferentes propuestas de ventas.
Curiosamente, en lo que casi todos coincidimos es en que nos consideramos conocedores de publicidad, expresando nuestros puntos de vista y juicios acerca de los "buenos" y "malos" anuncios. Se dice que todos tenemos un poco de genio y loco. (El publicista, en promedio, es igual que los demás pero con dosis un poco desbalanceadas de dichos aspectos.) Esta es una de las pocas disciplinas en las que todos nos sentimos expertos y podemos opinar si algo es bueno o no, si funcionará o no.
La publicidad puede lograr grandes objetivos al influir con un mensaje bien planificado, ejecutado y difundido en el lugar, momento y número de veces debido.
La publicidad no hace milagros ni cura casos de cáncer tales como de productos de mala o pésima calidad, distribución o política de ventas. Por sí sola, la publicidad no puede salvar, a una empresa con problemas de ventas. Difícilmente llegará a triunfar un nuevo producto o servicio que no ofrezca beneficios o ventajas diferenciales verdaderas y entendibles por sus clientes meta.
“Si un individuo que no sabe nadar se mete a un lago y se empieza a desesperar al hundirse por más fuerte que grite, ya sea con un tono de desesperación, lastima o con toda la fuerza de sus pulmones, no se salvará si no hay alguien que le escuche y sea persuadido a ayudarle”
La publicidad, como cualquier forma de comunicación, requiere de pensamiento y análisis. Para convencer deben existir muchos factores adicionales a la misma comunicación. Para influir debe ser fresca, diferente, divertida, emocional, aspiracional, humilde... algo o todo según el resultado que se espeta lograr.
La publicidad ha cobrado fuerza, a través de los años, a medida que la tecnología se ha desarrollado y permitimdo multiplicar los mensajes y llevarlos de una manera masiva a un público numeroso, hambriento de información, con cada vez menos tiempo disponible, más presiones de la vida moderna, menos dinero en su bolsillo, menos fidelidad a sus marcas tradicionales y por lo mismo, más inseguridad ante las diferentes propuestas de ventas.
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